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Fallout 76: mis primeros días en las tierras irradiadas de Appalachia

Estos pequeños diarios podrán servir a futuros jugadores que deseen sobrevivir en el mundo sin ley de Fallout 76.

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23 de octubre, 2102

Ha llegado el momento. Después de 25 años de espera, el Día de la Reclamación está aquí.

Desde que entramos a la Bóveda, nos habían hablado del momento en el que finalmente podríamos salir de este lugar. Quiero decir, es cómoda… pero casi se siente como si realmente no conociera a las personas con las que he vivido por más de dos décadas.

Quizás me emocioné demasiado por la idea de abandonar la Bóveda. Bebí más de lo que había hecho antes de la caída de las bombas. No solo desperté con resaca, sino un tanto muy tarde. A las 6 de la tarde, para ser preciso…

Todos los demás ya se habían ido.

Después de dar un último paseo a aquel lugar que fue mi hogar por tanto tiempo, por fin decidí salir. Tras cruzar la entrada del Refugio me encontré con una Appalachia diferente, pero que lucía… bien. Esperaba encontrar un yermo desértico. En cambio, me topé con un amplio escenario cubierto de vegetación en espera de ser explorado.

Sin embargo, primero había algo que hacer.

Durante mi última exploración de la bóveda, encontré unos cuantos documentos de la supervisora. En estos, mencionaba la presencia de unos códigos nucleares repartidos a lo largo de Appalachia. Quería evitar que estos cayeran en manos equivocadas… y en el caso de que ella no tuviera éxito, la misión recaía en mis hombros.

No obstante, la misión en mano no impidió que me topara con una de las pocas locaciones que sobrevivió a la explosión de la bomba: Flatwoods. El lugar estaba hecho trizas, pero por lo menos podía distinguirse que antes había una civilización. Más importante, era evidente que los que acabábamos de salir del Refugio 76 no éramos los primeros en pisar estas tierras.

Documentos esparcidos a lo largo del pequeño pueblo me ilustraron sobre las historias de los que antes habitaban ahí. Se hacían llamar los Respondientes y básicamente dedicaban su vida a ayudar a todos aquellos afectados por la caídas de las bombas. No solo recibían a huérfanos, sino a aquellos que no tuvieran qué comer o dónde dormir. No obstante, con la excepción de algún que otro robot y animal mutado, el pueblo estaba completamente abandonado. Lo único que quedaba eran notas con consejos, recetas y fórmulas para supervivencia.

Encontré el cuerpo de una mujer llamada Kesha McDermott, una miembro de los Respondientes, en un riachuelo. Me temo lo peor, pero espero estar equivocado…

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