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Shu – La reseña

Un nuevo título Indie de plataformas, fluido, sencillo y divertido que sorprenderá a más de uno. ¿Quieres saber qué tal es Shu? Descúbrelo en esta reseña.

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La clave de muchos títulos plataformas es la fluidez. Poder recorrer un nivel casi que sin detenerse; que el escenario se despliegue frente a nosotros mientras saltamos abismos, esquivamos peligros y huimos de monstruos aterradores y hermosos a la vez. No pensemos en la fluidez que se adquiere con sangre y sudor en un juego como Super Meat Boy, sino algo un poco más sutil, menos exasperante.

Shu es un juego curioso, desarrollado en conjunto por el estudio independiente Coatsink (Esper, Chip, Pinch) y Secret Lunch. La premisa (como en muchos indies) es sencilla y no tiene demasiada explicación: eres Shu y tu aldea ha sido atacada por una tormenta monstruosa y maligna que ahora ha decidido perseguirte. Debes huir hacia un lugar más seguro, pasando por todo tipo de ambientes hasta llegar a una montaña. En el camino, encontrarás a algunos amigos que te ayudaran con una habilidad especial para superar las pruebas. Es una historia que se ha contado cientos de veces, pero, en últimas, en un juego como este lo más importante es la jugabilidad.

Y Shu no decepciona.

Al principio, el juego parece ser un plataformas común y corriente, algo limitado. Shu, nuestro personaje principal, solo puede correr, saltar y planear un poco. Esto me pareció extraño, pues la mayoría de títulos modernos del género tienen alguna mecánica distintiva que los separa de los demás, algún artilugio. Tampoco hay enemigos, sólo retos de ambiente. Pero Shu marca su diferencia de manera peculiar y divertida después de unos minutos de juego.

En cada nivel Shu se topará con dos amigos, uno y después el otro, tomándose de las manos en una especie de tren francamente tierno. Cada uno tiene una habilidad especial que podemos utilizar en ese nivel. Hay un personaje que nos deja caminar sobre el agua, otro que nos permite hacer doble salto. Habilidades sencillas. Y aunque sería “normal” que retuviéramos las habilidades anteriores, cada nivel tiene su pareja de amigos distinta y los retos correspondientes, jamás repitiendo una combinación.

Esto hace que la experiencia sea refrescante en cada nuevo nivel, siempre lanzándonos retos nuevos que requieren de la coordinación o buena mezcla de lo que pueden hacer Shu y sus dos amigos. Siempre hacen falta algunas habilidades, pero es fácil volver a acostumbrarse a los nuevos compañeros (para tener que echarlos de menos más adelante). Y es justo cuando estamos cómodos con nuestros amigos que aparece la tormenta (en cada nivel más temprano) y nos obliga a reaccionar rápido, a tener que adaptarnos al juego de nuevo. Además, el diseño de escenarios es excelente, introduciendo siempre cada habilidad de forma orgánica y aumentando la dificultad de forma gradual sin obstaculizarnos el juego de forma arbitraria (como puede suceder cuando los desarrolladores solo quieren hacernos morir).

Hay tan solo un par de momentos “difíciles” que requieren una pizca más de destreza, pero no son lo suficientemente frustrantes como para detener el flujo del juego. A ningún jugador le va a tomar más que un par de horas completar la corta campaña.

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Y para quienes deseen quedarse un poco más en este mundo, Shu tiene toda una serie de retos de tiempo para vencer y coleccionables para encontrar. Y es aquí seguramente, en los retos, donde el juego puede tornarse mucho más complicado. Es un juego fácil de terminar, pero difícil de completar a cabalidad.

Además de la jugabilidad, la presentación del juego es de lo más llamativo. Todos los personajes (Shu y compañía son como personas-pájaro) y ambientes fueron dibujados a mano, dándole ese toque artesanal y cuidadoso que suele ser seña de algunos indies de hoy en día. Las imágenes son en dos dimensiones, pero todos los ambientes están hechos con algo de 3D, dando la sensación de profundidad y perspectiva (con tessellation) que otorga ese toque 2.5D que nunca sobra. Es especialmente en los personajes y en la tormenta-monstruo donde más vemos el cuidado de las ilustraciones. El correr, saltar y demás acciones de los personajes se ven muy bien y recuerdan algo a recortes de papel. El monstruo tiene un algo de libro pop-up (tipo Paper Mario), con distintas partes que se mueven independientemente, cosa que siempre me llama la atención.

Sólo diría que al mapa del juego le falta algo. No es exactamente simple, pero la forma como está divido en los distintos ambientes es algo curioso de navegar. Por lo demás los menús son sencillos, todos cuidando la unidad estética del juego. La música también hace un buen acompañamiento de la acción, en especial en los momentos más azarosos, pero no llega a ser pegajosa o particularmente distintiva.

El curioso renacer en los últimos años de los juegos plataformas en 2D ha traído un montón de sorpresas a la industria de los videojuegos y Shu es una de ellas. Es un juego corto, pero conmovedor, retador y contundente. La mecánica de los amigos mantiene la experiencia fresca y llena de nuevos retos, mientras que la estética y música se juntan para brindarnos unos escenarios llamativos, dignos de detenerse. Shu es otra gran (pequeña) adición a la colección de plataformas indie.

Reseña realizada con una copia digital de Shu en su versión de PS4 brindada por Coatsink.

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