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Paper Mario: Color Splash – La reseña

La aventura entra con pintura.

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Es el segundo RPG del año correspondiente a Mario y esta vez para la agonizante -e injustamente subestimada- consola casera Wii U. Aunque Paper Mario actuó como invitado especial en Mario & Luigi: Paper Jam para 3DS, no pasó de ahí su aparición y las mecánicas de juego siguieron aplicándose como cualquier otro título de la línea Mario & Luigi, cuyo enfoque está más inclinado hacia la acción.

Paper Mario: Color Splash pretende dar continuidad al legado de Mario que ha intentado aplicar el estilo heredado de Super Mario RPG en consolas caseras, tras una entrega portátil como Paper Mario: Sticker Star con una recepción más bien fría, y un título previo en Wii, Super Paper Mario, que prefirió decantarse por las plataformas en lugar de los turnos clásicos.

La saga de Paper Mario desarrollada por Intelligent Systems ha funcionado desde su inicio como una secuela espiritual de Super Mario RPG: Legend of the Seven Stars. Mientras la gran mayoría del equipo de desarrollo de SMRPG comenzó a trabajar en la serie portátil Mario & Luigi, Nintendo 64 recibió el primer Paper Mario con aquel particular y bienvenido estilo artístico, pasando por una excelente continuación en Paper Mario: The Thousand-Year Door para GameCube, que hasta el día de hoy se mantiene como el favorito del público.

Acercándonos a los últimos meses de Wii U, Paper Mario: Color Splash resulta en una muy importante entrega, teniendo en cuenta que a la consola solo le resta recibir The Legend of Zelda: Breath of the Wild y será historia. Eso, y que en el ámbito RPG únicamente se le conoce por Xenoblade Chronicles X, así que de plano no se puede rechazar otro RPG de notable tamaño como la nueva aventura empapelada de Mario.

Pero hablar de Paper Mario: Color Splash también significa alejarse un poco de la jugabilidad que se conocía en la franquicia, algo muy similar a lo que significó el poco querido Sticker Star, pero menos cruel y no tan perezosamente simple. Intelligent Systems tenía la oportunidad de ofrecer una experiencia renovada en Wii U, gracias a las bondades del GamePad y mejores capacidades visuales del sistema. Como el cuarto juego de la saga en una consola casera, solo era cuestión de recordar su legado y tomar lo mejor, pero en su lugar decidieron echar un ojo a Sticker Star y con ello dejar una mancha en la hermosa pintura que representa Color Splash.

Tras el descolorido mensaje que lleva un Toad a la Princesa Peach, su champiñona majestad solicita la ayuda del siempre servicial Mario de papel para descubrir qué sucedió en la Isla Prisma, un colorido paraíso insular afectado por el robo de sus llamativas capas de pintura. Una vez en el Puerto Prisma es que se descubre el poder gráfico que sobresale en todos los rincones de Paper Mario: Color Splash.

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Cuando el primer Paper Mario fue lanzado en Nintendo 64 hace 15 años también resultó ser en los últimos meses de la consola, de ahí que la mejor forma de aprovechar las capacidades de la máquina sin sacrificar potencia gráfica, fue ofreciendo un estilo como si todo el juego fuese hecho con recortes de papel. No era 3D, pero sí muy colorido y novedoso para la época, en especial cuando Yoshi’s Island había logrado un efecto similar en SNES con su arte de crayones.

Los efectos eran modestos, pero cumplían con la intención, mientras que las secuelas de GameCube y Wii siguieron la misma línea, aunque con mayor definición. Sin embargo, es en Color Splash donde se nota un verdadero avance visual en la serie, uno que de entrada nos maravilla con sus casas de cartón corrugado, construcciones de árboles y otros elementos en papel, así como los diferentes personajes que podemos incluso pintar/aplastar momentáneamente con el martillo. Es en definitiva el juego de Paper Mario que más explota la temática del expresivo diseño basado en papel y cartón, sus escenarios son prácticamente dioramas o maquetas que cobran vida.

Pero lo que más aporta a que esto sea así son las diferentes gamas de pintura, el factor vital de Color Splash. Al inicio del juego conocemos al compañero de aventura de Mario en esta ocasión, un tarro de pintura llamado Huey y guardián de las seis ‘Paint Stars’, cuya ausencia es la que ha causado que la Isla Prisma sea ahora una tierra incolora. Cada estrella a su vez fue dividida en partes y estas esparcidas a lo largo y ancho de la isla, por un Bowser que al parecer se dejó corromper por el lado oscuro de la pintura negra, literalmente.

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El poder de Huey permite que cada vez que Mario golpee con su martillo deje un rastro de pintura que rota automáticamente entre seis colores básicos y cuyo orden no altera el resultado. De esta manera, además de buscar las estrellas de la isla y rescatar a Peach para no perder la costumbre, se embarca en otra misión de devolverle el color a las zonas (o revivir Toads) donde este ha sido arrebatado por Shy Guys, que usualmente se tratan de varios espacios pequeños dentro de un nivel. En si la colorización es una tarea alterna sencilla, pero ya que se mide por un porcentaje, no faltan los niveles a donde tenemos que volver una y otra vez para encontrar ese lugar escondido sin pintar, lo cual consume tiempo valioso.

Como aspecto curioso, es inevitable sentir que hacemos lo completamente opuesto a Super Mario Sunshine, donde en lugar de un martillo con pintura, usábamos el dispositivo Flud para limpiar las zonas pintadas por Bowser Junior. Son realidades diferentes (el mundo de Paper Mario reside en un libro del mundo de Mario & Luigi según Paper Jam), pero podría guardar alguna relación.

Aunque Color Splash consigue exprimir lo mejor de Paper Mario visualmente hablando, es en la mecánica RPG donde se minimizó en gran manera. La pantalla de juego principal solo nos presenta datos de HP (puntos de salud), monedas, y la cantidad de pintura que tenemos representada en tres barras: roja, azul, amarilla (se entiende que las mezclas de estos forman los otros colores). En el menú de pausa encontramos la misma información de estado, junto con el porcentaje de colorización de todos los niveles recorridos, las estrellas rescatadas y el elemento cuestionable del juego: las cartas de batalla.

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Es justamente en las batallas donde la experiencia decae un poco, pues atrás quedaron los turnos donde un salto o martillazo sobre el enemigo hacía la labor básica. Ahora todo depende de si poseemos la carta necesaria para atacar a un enemigo respectivo. Por ejemplo, existen cartas como Salto (botas), Doble o Triple Salto, Martillo (también doble o triple), Flor de fuego y Flor de hielo, que funcionan como los ataques tradicionales de otros Paper Mario. El asunto es que, si no posees una carta de salto para enfrentar un Para Koopa, o una carta martillo contra un Spiny, lo más probable es que no les puedas hacer daño. En el caso de las cartas de Hongo, rojo para recuperar salud y verde para añadir pintura a la reserva, solo pueden ser utilizadas dentro de una batalla y no por fuera de ella, simplemente absurdo.

Las cartas pueden venir de dos formas, coloreadas o en blanco. Al usarse de la primera forma hacen más daño, en el caso de la segunda podemos rellenarlas con nuestra pintura reservada, lo que hace las veces de “puntos de magia” y según la carta es el coste. Otras cartas que podemos recibir son las de enemigos, que funcionan como una especie de invocaciones durante una batalla, las cuales varían entre Koopa, Shy Guy, Spiny, Swoop, y otros personajes rivales comunes. Cada carta usada en batalla es descartada o eliminada de inmediato, así que todas son de uso único; son varias las que perderemos al intentar adivinar si el enemigo necesita más ataques o con uno bastará, pues una vez derrotado si hay más cartas en el turno de juego, estas se pierden igualmente. Al comienzo solo podemos usar una carta por turno, cantidad que irá aumentando con el progreso de la aventura.

También encontraremos cartas especiales de objetos cotidianos en tamaño gigante, que cuentan como los ataques más poderosos del juego, aunque también tienen su uso en exteriores. Entre estas podemos encontrar un extintor, un ventilador, una chupa, y hasta un limón, entre muchas otras. El extintor puede arrasar con el ataque de fuego de un jefe, por ejemplo, mientras que el ventilador ayudar a un náufrago en el océano. Su uso por fuera de batalla es limitado y depende de la habilidad de recortar, que podemos activar en ciertos lugares de los niveles para alcanzar sitios de otra forma inalcanzables, o resolver problemas como el del náufrago.

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Todas las cartas -y recargas de pintura- las podemos encontrar repartidas en los escenarios al golpear con el martillo (bloques, árboles, arbustos, cajas, barriles), o al derrotar enemigos, lo mismo con las monedas, que podemos usar para comprar más cartas y tener siempre un arsenal ‘a la mano’. Difícilmente nos veremos sin cartas para pelear, pero no deja de ser un método poco práctico para un juego RPG. Además de eso y rompiendo tradiciones, no recibimos puntos de experiencia ni existen niveles por ascender, mucho menos interesantes compañeros de lucha aparte del emocional tarro de pintura, que solo nos brinda… pintura.

Además de los escenarios bellamente recreados, entre los que encontramos bosques, cavernas, playas, lagos, templos, montañas, riscos, valles, desiertos y torres, un aspecto que se lleva las palmas es la musicalización acorde a cada ambiente y con instrumentos como acordeones, tambores, guitarras o flautas, de buena recordación y con un nada despreciable efecto relajante. La Isla Prisma de Color Splash es una que da gusto recorrer, así se encuentre en peligro de perder sus colores y debamos actuar como pintores de “brocha-martillo” para salvarla.

Cambiar la tradicional mecánica de batalla por cartas no fue la mejor decisión de Intelligent Systems con Paper Mario: Color Splash, resumiendo el reto del juego en tener o no las cartas indicadas y algo de suerte. Pero esto no es motivo para subestimar el dedicado trabajo en una pieza jugable tan atractiva y su considerable extensión de tiempo, haciendo honor al género clásico en ese sentido. Aprovecha la alta resolución de un buen televisor, pero también la función Off-TV del GamePad, ofreciendo de esta manera lo mejor de dos mundos. Al final, no importa que la historia sea predecible cuando los entretenidos diálogos y su inteligente manejo de humor le dan personalidad propia y vibrante a Color Splash.

Reseña hecha con una copia física de Paper Mario: Color Splash brindada por Nintendo of America.

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