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The Binding of Isaac: Rebirth – La reseña

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Hay títulos que nos recuerdan buena parte de las cosas por las que nos enamoramos de los videojuegos, y a la vez las razones por las que nos pueden desesperar. En ocasiones no se necesitan grandes motores gráficos ni historias convolutas o cinematográficas; con un buen diseño acompañado de estilo «simple» puede bastar. Uno de los ejemplos más recientes es The Binding of Isaac: Rebirth, una aventura siempre cambiante que pone a prueba tu paciencia y donde sientes el valor de la recompensa al completar una partida.

The Binding of Isaac: Rebirth es una mejora notable al título original creado por el genial Edmund McMillen; la nueva versión cuenta con el apoyo del estudio Nicalis quienes logran ofrecer un juego estable y aún más completo, con un aspecto visual que nos recuerda los juegos de 16-bits sin perder el extraño encanto ni el humor negro que inundan al original.

Nuestro protagonista principal es Isaac, un pequeño que es víctima de una madre que ha perdido la razón ya que piensa que Dios le ha ordenado matar a su hijo. Isaac se oculta en el sótano de su casa para evitar que ella le haga daño, solo para encontrarse con peligros y horrores cada vez mayores: niños mutados, monstruos deformados, peligrosos demonios y… suciedad por doquier. Nuestra principal arma son nuestras poderosas lágrimas, que resultan bastante puras para derrotar al mal que nos acecha.

Lo curioso de The Binding of Isaac: Rebirth es que no guarda una historia lineal lo que permite al jugador interpretar con libertad buena parte de los elementos mostrados (sin importar que tenga 16 escenas finales diferentes). Encontramos claras referencias al maltrato infantil, el fanatismo religioso, el uso de drogas y las mutaciones; tal vez como una crítica social pero realizada con humor negro y sarcasmo. Por lo tanto, la falta de un argumento rígido y de un sentido lineal no pueden definirse como defecto sino como una cualidad necesaria.

Este aspecto también permanece en los niveles de juego, ya que The Binding of Isaac: Rebirth guarda un tremendo componente aleatorio que hace de cada paso por él sea una nueva aventura. Cada run consta de varios pisos del sótano (y otros grotescos lugares) que a su vez contienen varios cuartos, haciendo que la partida dure una hora o un poco más dependiendo de tu habilidad, paciencia y suerte. El truco es que nunca sabes el orden exacto de las habitaciones ni qué enemigos hay en cada cuarto sino hasta que entras, incluso la fase final de cada zona consiste en un jefe que cambia de orden o características, a excepción de unos pocos en zonas clave. Adicionalmente no hay múltiples oportunidades para superar el juego: si mueres pierdes tu progreso y debes empezar desde cero.

Pero no todo es malo para Isaac. Durante cada partida recolectamos llaves que nos dan acceso a cuartos especiales donde podemos comprar ítems, adquirir habilidades nuevas para mejorar nuestras características y otras ayudas compuestas de cartas o pastillas que dan ventajas a nuestro personaje (algunas de ellas permanentes). Y si somos valientes podemos acceder a otras habitaciones donde al vencer varias oleadas de enemigos somos recompensados. Dependiendo de nuestro rendimiento general y las cantidad de veces que juguemos podremos desbloquear personajes adicionales (tanto jugables como enemigos nuevos), mejoras diversas y diseños de sótanos.

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Podemos decir que The Binding of Isaac: Rebirth es un título que a largo plazo resulta casi interminable a pesar de que acabemos partidas de manera constante. La sensación de nuevos retos, los desafíos por maldiciones que cambian la visibilidad, la dificultad cambiante, los múltiples contenidos desbloqueables, los retos que podemos cumplir aparte de la aventura normal y la suerte hacen diferente cada visita a este grotesco mundo, aún cuando lleguemos a reconocer los pequeños cuartos luego de pasar varias veces por ellos. La estrategia también cuenta, ya que debemos elegir cuidadosamente los poderes que recogemos porque las combinaciones pueden generar efectos positivos o negativos.

The Binding of Isaac: Rebirth tiene pocos puntos flacos a nivel técnico, casi imperceptibles y que no afectan realmente al juego. Pero en ocasiones resulta frustrante debido a su carácter aleatorio; por ejemplo existe el riesgo de que en una partida no hayan objetos que nos mejoren de forma real, o pueden generarse cuartos con una combinación de enemigos casi invencible para el nivel de personaje que llevemos. Te repetirás en muchas ocasiones que se trata de «paciencia y suerte, paciencia y suerte». Garantizo que gritarás palabrotas a la pantalla o abandonarás debido a tu desesperación, e igualmente sentirás una adicción tremenda a los retos que te propone, deseando pasar constantemente por esa deliciosa tortura.

Estoy seguro, The Binding of Isaac: Rebirth puede enamorar a muchos jugadores por diferentes razones pero siempre estaremos de acuerdo en que mide constantemente nuestra habilidad y paciencia, a la vez que nos recuerda la esencia básica de esta afición: los juegos son para divertirse mientras se busca un reto que al inicio parece complicado de resolver pero tiene un dulce premio cuando lo superamos. Los dejo por ahora. Tomaré control de Isaac una vez más. Y otra vez. Y otra.

Reseña realizada con una copia de The Binding of Isaac: Rebirth para PC. El título también está disponible en PS Vita, PlayStation 4, Linux y Mac.

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