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Stranger Things [primera temporada] – La reseña

Ciencia ficción ochentera, horror interdimensional, MK Ultra y Calabozos & Dragones.

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Stranger Things es una serie de horror y ciencia ficción dirigida y escrita por los hermanos Matt y Ross Duffer, y producida por Shawn Levy para Netflix. La primera temporada de esta nueva serie debutó el pasado 15 de julio en la popular plataforma de streaming, siendo un dedicado y estupendo homenaje a las películas de ciencia ficción y horror de los ochenta, con una fuerte influencia del trabajo de cineastas como Steven Spielberg y John Carpenter, y los libros de Stephen King.

Spoilers menores del principio.

La serie gira mayormente alrededor de cuatro niños de 12 años en una historia fantástica que evoca algo de The Goonies y mucho del final de E.T., con todo y escape en bicicletas. Todo empieza con la desaparición misteriosa de Will Byers (Noah Schnapps), una noche después de volver a casa tras jugar Calabozos & Dragones con sus amigos y la aparición de Eleven (Millie Bobby Brown), una extraña niña con la cabeza rapada y poderes telequinéticos.

Empeñados en descubrir el paradero de su amigo, Dustin Henderson (Gaten Matarazzo), Lucas Sinclair (Caleb McLaughlin) y Mike Wheeler (Finn Wolfhard) emprenden su propia búsqueda en los alrededores del pueblo, donde se topan con Eleven, que parece saber el paradero de Will. Esta línea narrativa ‘principal’ está complementada por otras tres que revelan detalles adicionales del misterio que perturba la paz de esta comunidad.

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Primero, el jefe de policía local, Jim Hopper (David Harbour), realiza su propia investigación que desemboca en el descubrimiento de una conspiración gubernamental. Joyce Byers (Winona Ryder), la madre de Will, lidia sola con la angustia de la desaparición de su hijo y con las horribles pero esperanzadoras pistas sobrenaturales de su paradero, que la llevarán al borde de la locura. Por último, Nancy Wheeler (Natalia Dyer) – hermana mayor Mike – y Jonathan Byers (Charlie Heaton) – hermano mayor de Will – se ven envueltos en una cacería tenebrosa tras una siniestra criatura que acecha la pequeña población.

Como complemento a la acción dramática, la serie está brillantemente ambientada, llena de todo tipo de detalles de la época y sutiles (o no tan sutiles) referencias a otras obras de ficción similares. La música (compuesta por Kyle Dixon y Michael Stain) ayuda a darle ese feeling a la mezcla de horror y ciencia ficción, con frecuencias bajas, sintetizadores y pianos – el tipo de música que causa ese estrés característico del horror, junto con sonidos similares a series como X-Files o Fringe –.

Stranger Things

Más que en el contenido de ciencia ficción y horror que esperamos, la serie encuentra su fuerte en el desarrollo de los personajes y sus relaciones. Winona Ryder hace un papel excelente como la madre de Will y es nuestra puerta al choque de un mundo adulto y pragmático con la horripilante realidad sobrenatural, junto con David Harbour como jefe de policía enfrentándose al gobierno que representa.

La pareja de adolescentes, Nancy y Johnathan, funciona de maravilla y, aunque parezcan estar jugando con los clichés típicos del género, logran transmitir una experiencia adolescente inesperadamente genuina. Sin embargo, es en la dinámica entre los niños – repletos de referencias a la cultura popular de la época – y su sincera e ingenua investigación de lo desconocido, donde la serie brilla más: el desarrollo de la amistad entre los tres amigos perturbada un tanto por la llegada de la silenciosa Eleven, ofrece una complejidad emocional refrescante para el género.

En lo que consta sobre ciencia ficción, esta primera temporada evita ser muy explicativa. Los puntos de vista principales están alejados de la academia científica (nada de científicos locos o expertos) y las pocas explicaciones que hay están bien enmarcadas en conversaciones digeribles, sin tanta «tecno-habladuría». Esto deja la mitología de la serie un poco a medio desarrollar (con casi todo todavía sin explicación), cosa que alcanza a desilusionar. Entre más nos acercamos al final, más deseamos que los eventos tengan alguna explicación y más parece que realmente no existiera alguna.

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El horror, por su lado, está bien manejado. La mayoría de las “cosas horribles” ocurren fuera de cámara (cosa que ayuda a generar tensión) y los pocos sustos están bien ubicados, resultando meritorios. Además, la criatura no es lo más terrible que hayamos visto y descubrimos poco de ella (cosa que la hace más horripilante, pues llenamos los vacíos con nuestra imaginación). Su función es similar a aquella del primer xenomorph en Alien, un depredador que caza desde las sombras y no vemos muy a menudo.

Stranger Things es una excelente nueva serie y una buena adición al repertorio de Netflix. Los hermanos Duffer hacen adecuado uso de las convenciones del género para crear un dedicado homenaje lo suficientemente único, demostrando que no hay necesidad de reinventarlo por completo para contar historias interesantes y verosímiles. Esta primera temporada flaquea en su falta de explicaciones, pero la promesa de una segunda entrega alivia la angustia. Stranger Things es una recomendación infalible con personajes agradables, una excelente ambientación, escritura, y una dosis de bienvenida nostalgia.

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