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Logan – La reseña

El último capítulo en la historia de Wolverine busca alejarse de todo lo que pueda parecerse a una «película de superheroes.»

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Hay una razón por la que Logan no se llama “Wolverine: El Final” ni nada parecido, y es porque rechaza directamente esa identidad de su protagonista. Esta NO es una película de superhéroes. No estoy hablando de algo similar a «Capitán América: El Soldado del Invierno es realmente un thriller de espionaje” o “Ant-Man es realmente una heist movie”. No. Esta es una película que no solo carece del desarrollo y estilo de todos los filmes sobre superhéroes o incluso de anti-héroes estrenados en las dos últimas décadas, sino que literalmente lo rechaza, incluso lo vuelve un tema recurrente de su propia trama.

Y es absolutamente fantástica por eso.

A pesar de que la primera película de X-Men fue una de las responsables del “Boom” de cintas de superhéroes del que gozamos ahora, esta saga lleva muchos años luchando por encontrar una identidad y un rumbo en un mercado de “universos cinematográficos”. Hasta el año pasado se contaban nueve películas en su franquicia (incluyendo a la divertida Deadpool) y la mayoría de ella son mediocres o llanamente malas. Logan tenía un gran peso sobre sus hombros al ser la supuesta despedida de dos de sus personajes más icónicos y queridos, y me alegra mucho informar que está a la altura de su misión.

Pero para lograrlo tuvo que comprometerse de formas que nadie esperaba. Por ejemplo, una forma en que esta película se aleja del cine de superhéroes está en sus efectos especiales. Esta es una producción realizada casi sin pantalla verde y aprovechando al máximo los efectos prácticos. No es que no haya CGI (en las escenas del uso de garras y regeneraciones), es que no es el festival de luces y acciones imposibles al que estamos acostumbrados. Tampoco hay muchas referencias a la continuidad de la saga ni cameos, ni siquiera de Stan Lee.

Esta historia nos lleva al futuro no tan lejano. El año es 2029 y los mutantes prácticamente han desaparecido de la faz de la tierra. Logan, que ha dejado atrás su identidad como Wolverine, ve como sus poderes se desvanecen mientras pasa sus días trabajando como conductor de limusina y ahogándose en licor. Su único propósito es poder comprar un bote para poder llevarse a Charles Xavier lejos de la civilización, ya que el envejecido Profesor X ha perdido control de sus poderes. Pero una mujer le busca desesperadamente pidiendo ayuda. Necesita que la ayude a ella y a su hija a llegar a Canadá, pues son perseguidas por un grupo de mercenarios. Además, la niña tiene poderes increíblemente similares a los de Logan.

Este planteamiento de “hombre atormentado que viaja con un infante en un mundo distópico” y la forma en que se desarrolla no es nada nuevo y muchos notaron sus similaridades con The Road o The Last of Us. Sin embargo, es la forma en que se usa para contar el final del camino del ex-Wolverine lo que hace que resulte tan fresco y especial. Verán, el viaje de estos personajes nos revela una historia triste, sombría y llena de decepciones. Los X-Men y el resto de mutantes no cayeron en una gran batalla ni hay momentos de gloria. Logan solo quiere cumplir su objetivo para poder morir en paz y esta última travesía por el país es su única oportunidad de sentir lo que es tener una familia antes de que todo le sea arrebatado. No es casualidad que en un momento de la película se nos muestran escenas del clásico ‘western’ Shane, ya que es una película sobre el fin del pistolero en un mundo que ya no tiene lugar para ellos. La metáfora es obvia.

Esto funciona porque hemos visto a Hugh Jackman y Patrick Stewart interpretando a estos personajes por 20 años. Los conocemos y entendemos. Eso sí, hay un giro radical en ellos al verlos libremente hablar con palabras fuertes y reaccionando con la violencia más agresiva que les permite la clasificación R (por fin vemos las garras usarse con resultados sangrientos y mutiladores), que impacta un poco al comienzo pero se agradece mucho cuando entendemos que X-Men no podía terminar de otra manera.

¿Pero termina realmente X-Men? Es difícil pensar que la franquicia pueda (o quiera) continuar después de mostrar su final en tan alta nota. Seguramente lo hará aunque sea innecesario, bajo la excusa de que Logan ocurre en un futuro alterno u otra línea de tiempo (no es como si no lo hubieran hecho antes). El único paso lógico que podrían dar es enfocar las futuras películas en Laura/X-23.

Esta niña, interpretada por Dafne Keen, es toda una revelación. Aunque pasa la mitad de la película sin hablar, logra una expresión física increíble y es toda una explosión de rabia y violencia en las escenas de acción, que contrasta y complementa bien la curiosa evolución de la relación abuelo-padre-hija que tiene con Logan y Charles. Uno termina con ganas de ver más de ella, incluso como protagonista.

Tampoco se puede ignorar que Laura es una inmigrante ilegal mexicana que busca escapar de Estados Unidos porque es perseguida por mercenarios con vínculos gubernamentales, lo cual es tristemente relevante hoy en día.

Logan es una película excelente. Una despedida perfecta para un par de interpretaciones icónicas de la cultura popular y una buena deconstrucción del arquetipo del antihéroe tan adorado por algunos fans. Su violencia y su tono más cruel y oscuro pueden impactar a algunos, pero era algo que esta historia necesitaba, no para resaltar, sino para dejar claro su mensaje y su mundo (aunque ciertamente espero que los estudios NO traten de hacer lo mismo con otros personajes, esto no funcionaría bien con cualquier superhéroe.). No se la pierdan ya que es la mejor película del mundo X-Men justo al lado de First Class.

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