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Inferno – La reseña

El profesor Robert Langdon regresa para salvar al mundo de la extinción en la tercera adaptación de la saga de Dan Brown.

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Basada en la novela homónima lanzada en 2013 y secuela de las adaptaciones fílmicas de El código Da Vinci (2006) y Ángeles & Demonios (2009), llega Inferno, nuevamente dirigida por Ron Howard y protagonizada por Tom Hanks, mostrando otro aspecto al enfoque religioso de las anteriores entregas y una carrera por evitar la propagación global de un mortal virus.

Es importante recordar que las películas del profesor e historiador de arte, iconología religiosa y simbología, Robert Langdon, optaron por cambiar el orden original de los primeros dos libros publicados sin que esto alterara los resultados. Sin embargo, el tercer libro, El Símbolo Perdido, no fue una opción para ser adaptado en el universo cinematográfico. La razón de esto es que dicha historia ubicaba a Langdon en Estados Unidos con el tema masónico, algo que se familiarizaba mucho con la película National Treasure (2004) de Nicolas Cage.

Por esa razón, la trilogía de Tom Hanks como Robert Langdon se complementa con Inferno, siete años desde la segunda cinta y tres desde el lanzamiento del libro. El cierre a una era que tomó una década en formarse, por lo menos hasta que se publique Origin en 2017.

A través de material en video tipo ‘TED Talks’ expuesto por el billonario y biólogo Bertrand Zobrist (Ben Foster), Inferno comienza advirtiéndonos sobre los efectos que la sobrepoblación le causa al planeta Tierra día tras día. Pero Zobrist no solamente se complace con denunciar el mal que la humanidad le hace al planeta con su existencia, la cual se ha duplicado de manera astronómica tan solo en las últimas décadas -y eso es algo completamente verídico-, sino que pone manos a la obra desarrollando una plaga que acabará con buena parte de la población mundial. No sin antes eliminarse él mismo de la faz de la Tierra, porque hay que ser coherentes con lo que predicamos.

Por su parte, el profesor Robert Langdon despierta en un hospital de Florencia con una grave contusión cerebral y amnesia temporal, además de horroríficas y apocalípticas visiones. Afortunadamente para él, una bella joven llamada Sienna Brooks (Felicity Jones) se encuentra allí para ayudarle a retomar sus recuerdos, y de paso prevenir el lanzamiento de un mortal virus descifrando claves relacionadas con el poema ‘Inferno’ de Dante Alighieri, primera parte de La Divina Comedia.

De repente, como si las visiones de Langdon no fuesen claro indicador del “día del juicio”, todo toma un rumbo inesperado similar a Terminator 2, con una imbatible agente conocida como Vayentha (Ana Ularu) disparando en pleno hospital y obligando al escape del profesor y la médica acompañante.

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Entre los destacados de la cinta encontramos un elenco de actores como Sidse Babett Knudsen (Westworld), Irrfan Khan (Jurassic World) y Omar Sy (The Intouchables), además de locaciones que pasan por Florencia, Venecia y Estambul. Realmente han sido dos aspectos habituales a lo largo de la saga, en especial el aprovechamiento de locaciones europeas, cultura y arte renacentista, todas con su medida dosis de acertijos y piezas de rompecabezas. Como visitar un museo con guía turística, pero más entretenido y lleno de acción.

Las pistas del excéntrico y misántropo billonario se encuentran ocultas en una reproducción (ajustada dentro de un mini-proyector) del ‘Mappa dell’Inferno’ ilustrado por Sandro Botticelli para La Divina Comedia, que contiene los nueve círculos y cuyo octavo juega un rol primordial en el argumento original de Inferno. Esto lleva a la pintura ‘Battaglia di Marciano’ de Giorgio Vasari en el Palazzo Vecchio, a la máscara de Dante Alighieri, al Baptisterio de San Juan en la Plaza del Domo, a Venecia, en fin, todo un tour italiano cerrado por una intensa escena en la Cisterna Basílica de Estambul, Turquía.

Tal como las previas aventuras con una relevante acompañante femenina, el profesor Langdon toma el liderato entre persecuciones, escapes, resolución de acertijos, lecciones de arte e historia, y desplazamiento en auto, avión o tren. A todo esto se suma la OMS (Organización Mundial para la Salud) encabezada por Elizabeth Sinskey, conocida y sentimentalmente relacionada con el profesor, quienes intentan detener a toda costa la inminente plaga y a una organización clandestina conocida como El Consorcio.

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Resulta interesante la dinámica entre Tom Hanks y Felicity Jones con sus respectivos papeles protagónicos, que por suerte no son forzados en el guion a un irrelevante romance, como suele ocurrir en este tipo de historias. Langdon hace lo que mejor sabe hacer con su cerebro a pesar de la leve amnesia y el exceso de visiones apocalípticas en su cabeza -que en algún momento pueden parecer tediosas-, mientras que Brooks es una contraparte más decidida y activa que sus predecesoras. Su único problema: exponer Google como una herramienta útil en su smartphone para estos casos, pero sufrir por falta de señal en un momento clave y con un teléfono celular ordinario.

Los giros argumentales pueden sentirse algo predecibles, pero importantes, algo ya tradicional en la franquicia de Dan Brown basada en Robert Langdon -amigo del Papa y de la última heredera de Cristo-, donde el único personaje confiable es su protagonista, mientras que los secundarios y antagónicos se llevan las sorpresas de la trama.

Teniendo en cuenta que ya es una década desde El código Da Vinci que inició todo, se le notan los años a la estructura elemental de cada cinta en la trilogía, pero no por ello deja de ser intrigante. En Inferno, si bien se maneja la visión del infierno de Dante, el enfoque es notablemente menos religioso que en las dos primeras cintas, con una reflexión sobre la seria problemática de sobrepoblación que enfrentamos como sociedad. Aunque la solución propuesta por el “villano” de asesinar a gran parte de la humanidad para salvarla no tenga sentido, excusando con esto la Muerte Negra europea que dio paso al Renacimiento.

Pero al igual que los filmes previos, la musicalización cortesía de Hans Zimmer es una de las partes donde más se siente Inferno, un acompañante perfecto para su fotografía, en especial cuando tenemos tanta arquitectura y arte de enorme significado. Se presenta el mismo tema principal de El código Da Vinci y Ángeles & Demonios, ‘Chevaliers de Sangreal’, pero con las ajustadas variaciones a menor o mayor ritmo según lo amerite la situación. Es de alta recordación y siempre quedará sonando en la cabeza durante todo el día una vez escuchada.

La adaptación en general hace un trabajo fiel con ligeras omisiones y un cambio con respecto al libro, nada que afecte gravemente el producto final, más si justificado.

Inferno no tiene un monje albino asesino o un Camarlengo piloto y paracaidista, además Robert Langdon en esta ocasión resulta más aporreado que de costumbre, pero aun así es un decente cierre a la trilogía de Ron Howard basada en los libros de Dan Brown. La temática principal eleva interesantes preguntas sobre la sostenibilidad del planeta, aunque desafortunadamente no desee ir más allá de la acción heroica para salvarlo de su colapso profético. Lo que Layton a los juegos o Sherlock a la televisión, esperemos que no sea el final para Langdon y que Origin se encuentre entre los planes futuros, porque cintas que exalten el arte es lo que necesitamos.

*Inferno se estrena en Colombia el 13 de octubre.

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