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Guardianes de la Galaxia Vol. 2 – La reseña

Una expansión a la base original enfocada en la ascendencia de Star-Lord.

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Es un efecto particular de las secuelas. Por el lado positivo, al tener personajes ya establecidos y desarrollados en una primera entrega, la historia recibe completa libertad para dirigirse hacia donde quiera, probar nuevos territorios y satisfacer gratamente a su público; grandes ejemplos de esto son Terminator 2: Judgment Day, Star Wars: The Empire Strikes Back y, hablando de Marvel Studios, Captain America: The Winter Soldier.

Por la parte negativa, también puede suceder que esos mismos personajes que tomaron por sorpresa al público con un guion original, emocionante, dotado de frescura y capacidades fílmicas para resaltar, no consigan lo mismo en su secuela por aquello de perder el factor novedoso. Películas como Men in Black II, The Matrix Reloaded o Iron Man 2 saben lo que es eso.

Guardianes de la Galaxia ingresó al Universo Cinematográfico de Marvel como la cuarta cinta de la Fase 2, justamente después de los eventos descritos en The Winter Soldier y antes de Avengers: Age of Ultron, por lo tanto, era la historia que se sentía más desconectada y apartada de todo el canon que se estaba construyendo en la gran pantalla. Hasta que Thanos, el titán insinuado como el mayor enemigo que enfrentarán los Vengadores en el futuro, tuvo sus momentos en pantalla junto con otra piedra del infinito.

Aunque más allá en el cosmos y con la Tierra solo como cameo, Guardianes de la Galaxia ofreció una visión diferente a las películas de Marvel que de todas formas hacía parte del enorme arco argumental en progreso, a concluir en 2018 con Avengers: Infinity War y el año siguiente en otra entrega aun no bautizada. El carisma de sus protagonistas, un elenco de desadaptados espaciales compuesto por Star-Lord, Gamora, Drax, Rocket y Groot, dejó una fuerte huella en el público e incluso recibió comparaciones tan osadas como con la banda de Luke, Leia, Han, Chewbacca, R2-D2 y C-3PO.

Decir que los Guardianes son “Vengadores del espacio” no resulta cierto del todo, pues a pesar de sus diferencias y colores, los primeros actúan como una familia, con todo y las frecuentes peleas o burlas de los unos hacia los otros, pero con mucho cariño en el fondo. Tampoco es que se les pueda destacar por poderes de un alto nivel, habilidades más bien potenciadas por el coraje de cada miembro a la hora de la batalla.

Star-Lord confía en sus armas y artilugios, Gamora en sus cuchillas y destreza, Drax es la fuerza bruta del equipo, Rocket el genio-agresivo-belicoso, y Groot es… Baby Groot, tierno por ‘naturaleza’. Juntos, sin embargo, son imparables y capaces de enfrentar descomunales bestias espaciales, incluso si se trata de un colosal cefalópodo que indirectamente pareciera una referencia al propio Cthulhu de Lovecraft. Como equipo no parece que tuvieran las suficientes capacidades para proteger la galaxia de amenazas impensables (por ejemplo de Thanos, padre adoptivo de Gamora y Nebula que solo se menciona en Vol. 2), pero lo curioso es que se las arreglan como pueden para sobrepasar cada inconveniente inoportuno o separación forzosa de caminos. Elementos comunes con la primera entrega de 2014.

Teniendo en cuenta lo mencionado al inicio de esta reseña, Guardianes de la Galaxia Vol. 2 se ubica en un punto medio como secuela, donde ya conocemos y apreciamos los personajes, y podemos comprometernos de inmediato con la nueva historia que se nos presenta esperando el desarrollo de los debutantes. Pero también es una secuela donde claramente el factor sorpresa ya se ha esfumado, por lo que disparar a pequeñas naves rivales recorriendo el vasto universo a través de saltos cuánticos o campos de asteroides muy lejanos a la Tierra, no la hace más extravagante.

Por eso es que Marvel Studios decidió introducir en este segundo volumen galáctico a alguien verdaderamente extravagante, que no podía ser otro sino Ego ‘el planeta viviente’. Cuando Kurt Rusell fue anunciado como el actor que interpretaría a este particular ser, el director James Gunn se encargó de disipar el misterio que había sido infundado desde la primera Guardianes de la Galaxia: la identidad del padre de Peter Quill (Star-Lord). Los enormes poderes de Ego le permiten adoptar forma humana y visitar otros planetas dispersos en el espacio, por lo que la explicación a la concepción de Peter no es del todo descabellada.

De hecho, es de agradecer que este viejo enemigo de Thor y Nova Corps en los cómics de Marvel se ganase un puesto en el universo fílmico, resultando en un movimiento ambicioso, pero no inalcanzable ni fuera de razón para GotG Vol. 2. Dentro de los límites de la ficción que apreciamos, por supuesto. Rusell hace un papel convincente como la personificación de una entidad planetaria semi-inmortal, una deidad de luz vista por la madre de Peter como un ángel.

De apreciar también nuevamente el uso casi patentado de Disney en la tecnología de rejuvenecimiento facial aplicada en Kurt Rusell, que hemos visto desde TRON Legacy con Jeff Bridges, en Rogue One con Carrie Fisher, y hasta en Captain America: Civil War con el propio Robert Downey Jr.

No existe una línea de tiempo específicamente definida, pero Vol. 2 ocurre solo unos meses después de la aventura original, por lo tanto, el carácter de los Guardianes permanece muy similar a como los dejamos. Peter y Gamora continúan en una constante tensión sentimental sin concretar, ésta última teniendo que lidiar frecuentemente con su iracunda hermana adoptiva Nebula. Drax ya no es un tipo frío y duro atormentado  ̶ aunque recuerde a su fallecida familia ̶ , ahora se le ve más burlesco y excesivamente sincero. Rocket sigue siendo Rocket, ambicioso, algo egoísta, pero imprescindible en la manada. Groot es el que más ha crecido desde la última vez (entonces enterrado en una matera); ahora como Baby Groot puede desplazarse sobre sus dos patas/raíces, pero conserva la misma inocencia y pureza que lo caracterizan, con mayor razón siendo el miembro más pequeño y vulnerable del equipo (después de ser el más grande y poderoso). Se encuentra en una etapa de reaprendizaje, pudiendo equivocarse como cualquier niño, pero es ahí donde reside su encanto.

La buena música es inherente a las cintas de Marvel dirigidas por James Gunn, en esta ocasión recurriendo a una década más atrás de los ochenta con canciones como Brandy (You’re a fine girl) de Looking Glass, básicamente la más importante para la temática principal. Del mismo modo, la película puede tomar ritmos más relajados como My Sweet Lord de George Harrison para narrar los orígenes de Ego, con todo y su influencia hindú. O también permitirse algo de melancolía familiar con Father and Son de Cat Stevens, en una guitarra acústica ciertamente emocional.

Si algo se le puede atribuir a Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es la facilidad para aplicar humor a la historia sin que se sienta forzado o innecesario, todo lo contrario, resulta más bien orgánico y fluye de acuerdo al avance del guion. Es imposible no basarse en la cultura pop de la década de los ochenta que quedó grabada en la mente de Peter antes de dejar la Tierra, llevada a fronteras intergalácticas, por eso es normal escuchar sobre David Hasselhoff y ver ciertos cameos famosos, así como una consola portátil de fútbol americano hecha por Mattel y hasta al buen Pac-Man. No sería necesario mencionar que aparece Stan Lee, pero en este caso lo más destacable son los acompañantes del mismo por su significado para el universo Marvel.

Esta misma relevancia aplica a dos de las cinco escenas post-créditos de las que goza la cinta. No solo podemos apreciar al primer equipo original de Guardianes de la Galaxia según los cómics, cuya historia de todas formas ha sido cambiada en la gran pantalla y no es causa de alteración; sino que también recibimos claramente la primera señal que podría sentar las bases del tercer volumen, uno que ya irá para después de Infinity War con todo y su importancia.

Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es una película mucho más pasiva comparada con su antecesora, lo cual no es del todo algo negativo, pero si para tener en cuenta por lo menos en su primer acto. Más allá de los colores que inundan el espacio de Marvel, se trata de un viaje muy familiar para los carismáticos Guardianes, cada uno con su dilema y acompañante, transmitiendo el mensaje de apreciar a quienes tenemos al lado. Lamentablemente no logra aportar al presente tanto como al futuro. Aunque Doctor Strange ya había sembrado algunas semillas al respecto, algo para resaltar es que poco a poco se hace efectiva la transición de Universo Cinematográfico de Marvel a ‘Multiverso Cósmico de Marvel’.

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