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Castlevania (temporada 2) – Impresiones

¿Un cazador de monstruos, una maga y un medio vampiro podrán detener a Drácula? Si conoces Castlevania, ya sabes la respuesta.

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Después del buen recibimiento de la primera temporada de Castlevania, un prólogo a los eventos de Dracula’s Curse, las expectativas quedaron bastante altas. Después de cuatro excelentes episodios, ¿podría el equipo de Sam Deats cerrar con broche de oro el primer arco argumental de la serie basada en la franquicia de Konami? ¿O la genialidad de la primera temporada solo fue algo circunstancial?

Si bien no resulta perfecta, esta nueva temporada demuestra que el talento detrás de esta serie es genuino. Más importante, deja ver que los responsables no se iban a conformar con solo entregar una continuación: había que brindar algo nuevo sobre la mesa que dejara contentos tanto a fanáticos como a causales de la franquicia.

La temporada 2 de Castlevania comienza poco después del asedio de las fuerzas de Drácula a Gresit. Tras un épico combate entre Trevor Belmont y Alucard, los dos guerreros y la maga Sypha Belnades unen fuerzas para hacer frente a Drácula y evitar el genocidio de toda la humanidad.

No sería descabellado suponer que la mayoría de los que vieron la primera temporada esperaban que gran parte de la segunda se enfocara en el viaje hacia el castillo de Drácula y la travesía dentro de este para alcanzar al poderoso vampiro. Al fin y al cabo, ese es el principal objetivo dentro de la mayoría de los juegos de la franquicia.

Sin embargo, este no resulta el caso. De hecho, el trío de protagonistas permanece en una misma locación durante más de la mitad de la serie y solo hacen acto de presencia en el castillo de Drácula a partir del penúltimo capítulo.

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Esto puede sonar terrible sobre el papel, pero funciona por dos motivos. El primero es la dinámica entre Trevor, Sypha y Alucard. Aunque la acción es mínima, estos periodos de quietud sirven para que los protagonistas desarrollen su relación y revelen más sobre su pasado. Todo esto ayuda a crear una encantadora camaradería que brilla especialmente durante la batalla final contra Drácula.

¿Cuál es el otro motivo por el cual funciona ese ritmo lento que caracteriza a la mayoría de la segunda temporada? Bueno, porque Trevor, Sypha y Alucard no son los únicos protagonistas. Para ser más específico, la segunda temporada de Castlevania también centra su atención en Drácula y su consejo de guerra. Si bien este está conformado por múltiples vampiros y demás criaturas de la noche, tres personalidades destacan entre la multitud: Hector, Isaac y Carmilla.

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Hablemos de los primeros dos, introducidos originalmente en Castlevania: Curse of Darkness. Al igual que en el ‘manga’ precuela de la mencionada entrega, estos dos Forjadores Maestros son designados como generales del ejército de Drácula. Si bien su lealtad a este último es genuina, los deseos y motivaciones de cada uno están claramente diferenciados. Y a lo largo de los ocho episodios, la serie hace un excelente trabajo explorando la personalidad de cada uno por medio de sus interacciones y ‘flashbacks’.

Si bien Hector e Isaac cuentan con aspectos similares a sus contrapartes originales, Sam Deats y su equipo hicieron unos cuantos cambios. Mientras que el primero es más crédulo, lo que contribuye a desestabilizar el equilibrio de poderes dentro del ejército de Drácula, el segundo resulta más cínico y proactivo dentro de la organización. No obstante, es claro que el equipo detrás de la serie busca que estos sean personajes recurrentes que evolucionen a la par de los protagonistas principales.

En lo que respecta a Carmilla, esta vampiresa es la principal responsable de la lucha de poderes dentro del ejército de Drácula. Aunque su personalidad y motivaciones no son nada del otro mundo, Carmilla resulta un personaje bastante entretenido. Más importante, está destinada a jugar un papel vital en próximas temporadas.

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No obstante, ninguno de estos personajes es el antagonista de la segunda temporada. Ese rol corresponde a Drácula, un personaje tan melancólico como imponente.

La primera temporada hizo un buen trabajo en mostrar la relación de Drácula con Lisa y justificar su decisión de acabar con la humanidad. La segunda temporada no solo profundiza más sobre el pasado del antagonista, sino que se reitera la importancia de su difunta esposa por medio del impacto psicológico sufrido por Drácula. A pesar de ser el principal impulsor del genocidio humano, su desinterés es una constante a lo largo de la segunda temporada y otro de los factores que contribuye al desequilibrio de poderes dentro de su facción.

Sin embargo, como se mencionó, el melancolismo de Drácula no evita que sea un personaje imponente. Esto puede evidenciarse a lo largo de la temporada a través de pequeñas interacciones con sus inferiores y, más importante, en la batalla final.

Aunque algunos juzgarán a la serie por el lento ritmo de sus primeros seis episodios, los cuales inicialmente pueden llevar a pensar que el arco argumental se extendería una temporada más, la espera por la batalla final del capítulo 7 ciertamente vale la pena. Esta no solo brilla por su presentación, tanto visual como sonora, sino está cargada de fan-service para los fanáticos de Castlevania. Sin embargo, esto es llevado a su culmen en el enfrentamiento contra Drácula.

Además de las fortalezas ya mencionadas, la batalla contra Drácula destaca porque cada uno de los protagonistas juega un papel fundamental. Las coreografías integran las especialidades de Trevor, Sypha y Alucard y las combinan para dar al antagonista un verdadero dolor de cabeza. No obstante, esta pelea no brilla exclusivamente por la frenética acción. La relación padre-hijo entre Drácula y Alucard es un factor importante en la batalla final y no solo le da una dosis correcta de drama, sino que reitera la humanidad del antagonista.

Si hay algo que brilla tanto o más que la batalla final, eso sería el epílogo. Si bien hay ciertos eventos que resultarán predecibles para los fanáticos de la franquicia, la serie sorprende con ciertas decisiones que contribuyen a diferenciarla aún más del material original. Por fortuna, más que alienar, genera curiosidad con respecto a lo que será de la próxima temporada.

Aunque el exceso de diálogos expositivos sigue siendo un problema, la segunda temporada de Castlevania termina siendo superior a su predecesora. No solo eso, sino que evidencia que el equipo detrás de la serie son verdaderos fanáticos de la franquicia. A pesar de esto, los productores y guionistas no temen el bifurcarse con respecto al material original en un esfuerzo de crear una interpretación con identidad propia. Por fortuna, un perfecto balance de desarrollo de personajes, frenética acción y drama hace que esta serie triunfe en su cometido y se convierta en un recomendado incluso para los que no son fanáticos de la franquicia.

2 Comentarios

1 Comentario

  1. Shengdi

    3 de noviembre del 2018 at 11:30 am

    En mi opinión, la segunda temporada pudo transcurrir perfectamente en seis episodios. Ocho me parecieron excesivos para lo que mostraron. Sentí como si quisieran extender la trama para completar con el número de capítulos que les pidieron e hizo que me aburriera mucho (algo así como la película del Hobbit que no daba para 3 horas).

    • Mateo Riveros

      3 de noviembre del 2018 at 23:40 pm

      Concuerdo en que pudo haberse relatado de forma más compacta, pero no creo que el exceso de episodios sea el verdadero problema. Este sería el ritmo tan lento que manejan los episodios del medio, específicamente los anteriores al 6.

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