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Historias del futuro: La creación de Back to the Future II

Una secuela previamente no planeada que expandió la historia hasta una trilogía.

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Una secuela previamente no planeada que expandió la historia hasta una trilogía.

Back to the Future fue un éxito total en 1985, para sorpresa de su director Robert Zemeckis, el coescritor/productor Bob Gale, y del propio Steven Spielberg, fundador de la productora Amblin Entertainment. La distribuidora Universal Pictures reconocía los 370 millones de dólares en ingresos de la cinta, por lo cual era necesario hacerle caso a la ley del cine: si tu película tiene éxito abrumador, debes hacer secuela.

Pero Back to the Future no fue concebida para continuar la historia. En sí la primera parte ofrecía un argumento sencillo, con un carismático Marty McFly en 1955 evitando los coqueteos de su joven madre, tratando de hacer que se enamorara de su padre, y a su vez esperando el momento justo para ser enviado por el excéntrico Dr. Emmett Brown de vuelta al futuro, o aquel entonces presente 1985. Esa escena final en la que Marty, su novia Jennifer y el Doc toman vuelo en un modificado DeLorean rumbo al 2015, era simplemente para dejarlo todo a la imaginación.

Pero Zemeckis y Gale se vieron presionados y concluyeron ¿por qué no?

El primer paso era reunir al elenco original de la primera parte, sabían que si alguno de ellos no participaba, la secuela no tendría ni generaría el mismo efecto familiar. Fueron con Michael J. Fox y la respuesta fue positiva, siempre y cuando el equipo original estuviera a cargo. Lo mismo por el lado del infaltable Doc, alias Christopher Lloyd. Lea Thompson aceptó encantada de volver a interpretar a la madre de la familia McFly, y Crispin Glover pues, fue algo un poco más complicado.

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El manager de Glover quedó de confirmar la decisión días después a Robert Zemeckis y Bob Gale. Al final la respuesta fue que el actor esperaba realizar papeles de mayor relevancia en su carrera, por lo tanto Back to the Future no estaba en sus planes. Claro, ignoraba el significado cultural que tendría la franquicia, así como su no tan relevante futura filmografía. Como Zemeckis y Gale no podían echar todo a la borda solo por Glover, la decisión fue fácil: George McFly debía morir.

Su papel de anciano en el 2015 lo interpretaría Jeffrey Weissman y, para confundir un poco más al público, fue puesto de cabeza con la excusa de una columna vertebral lastimada jugando golf.

El antagónico de Biff Tannen tampoco podía faltar a la cita, y Thomas F Wilson felizmente apoyó el proyecto. En realidad y a pesar de la imagen que nos hemos hecho del actor debido a la saga de películas, Wilson es un sujeto carismático, agradable y completamente opuesto a los Tannen.

Por el lado de la novia de Marty, Jennifer Parker, si había un problema para los realizadores que se salía de las manos. La actriz Claudia Wells pasaba por diversas situaciones familiares que la obligaron a retirarse de la industria del cine, y eso provocó que el papel de Jennifer quedara a cargo de Elisabeth Shue. La famosa escena final de la primera parte fue rodada nuevamente con Elisabeth en lugar de Claudia, aunque se notaba la diferencia, una vez iniciaba Back to the Future II el público asumía la nueva actriz y su participación en el futuro, corta pero significativa.

Mucho se habla del futuro, de aquel hipotético 2015 planteado en la secuela que dista de la realidad. Para Zemeckis era claro que debían mostrar su idea del futuro o los seguidores no se lo perdonarían, después de todo el nombre de la cinta daba la razón y la máquina del tiempo era todo lo que se necesitaba. Sin olvidar que el final de la primera película, aunque sin intención de desarrollar, ya soltaba parte del argumento para la continuación directa. Habían pasado cinco años, era 1989 y el mundo quería un vistazo del futuro.

Back to the Future II

Los escritores Robert Zemeckis y Bob Gale sabían que al mostrar su visión estarían 50% bien y 50% equivocados. Por eso mismo, la idea no era aspirar a ser cien por ciento correctos y en lugar de ello se tomaron las libertades creativas que le dieron brillo a la cinta. En una era de futuros oscuros y deprimentes como el de Blade Runner o extravagante como el de Brazil, Back to the Future II sería la cara opuesta presentando naturaleza, colores vivos y homenajes al pasado en todas las formas posibles.

Los carros voladores no eran una opción, eran obligatorios, aunque todos sabían que no sería algo factible para el 2015. Quizás así pensaban en los años 50 con la obsesión por los ovnis, pero en el 89’ la sociedad ya tenía más puestos los pies en la tierra. Presentar carros voladores era la forma más fácil de hacer entender al espectador que estaban en el futuro, no que fuese una proyección políticamente acertada.

La moda, accesorios, implantes cibernéticos, electrodomésticos, juguetes, robots y otros elementos descabellados fueron diseñados para ser tan extraños en lo posible, que hubiese una razón para viajar al 2015 y distinguir los diferentes arcos en la línea de tiempo.

Se suele acusar de manera común a Back to the Future II de fallar en su visión del futuro, pero es que en ningún momento fue intención de los realizadores jugar a ser profetas. Simplemente jugaron a ser creativos.

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Para Zemeckis, en toda la trilogía aquella parte del futuro fue la menos interesante de hacer a manera personal, tal vez por eso el resultado se salió de lo convencional y optó por algo más arriesgado. El propio Spielberg veía sorprendido la escena en el callejón donde Marty bota el almanaque deportivo a la basura, con un afiche que promociona “Surf Vietnam”, impensable en aquel entonces y hoy una realidad.

Robert Zemeckis quería hacer algo que jamás se había intentado en el cine, y era regresar a la primera película desde otro punto de vista. Mientras se disponía a estrenar la también clásica Who Framed Roger Rabbit en 1988, junto con Bob Gale escribieron tantas ideas para la siguiente aventura del Doc y Marty que resultaron con una parte en el viejo oeste, un 1985 alternativo y de nuevo con 1955, además del futuro ya establecido. Steven Spielberg simplemente dejaba que redactaran todo lo que quisieran y después entre los tres discutían lo que era producido y lo que era descartado.

Pero tenían buen material y llegaron a la conclusión que una secuela no era suficiente, necesitaban una tercera película para revivir la época favorita de Zemeckis y todo el equipo de trabajo: el salvaje oeste americano.

Como suele suceder en las trilogías, la segunda cinta presentó un segundo acto más oscuro en comparación con el resto. Este era el correspondiente a un 1985 alternativo, un presente para los protagonistas alterado por las malas decisiones de Marty, o los planes de un ambicioso y anciano Biff. Denominado por los realizadores como una realidad “Biff-horrífica”, fue una lección más fuerte por parte de la saga en cómo los actos del pasado definen nuestro futuro, así no esté escrito.

Originalmente, sin embargo, volver a 1955 no estaba contemplado en el tercer acto, sino que el argumento tenía lugar en 1960 con Lorraine Baines como una chica hippie, protestando en contra de la Guerra de Vietnam. Marty por su parte era encarcelado y se desencadenaban otras situaciones inesperadas.

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Bajo el conocimiento que una tercera película sería hecha, los productores decidieron rodar Back to the Future Part II y Part III una tras otra (back-to-back), practica poco común en aquel entonces pero que en la actualidad se utiliza frecuentemente, con ejemplos como The Lord of the Rings, Harry Potter and the Deathly Hallows, The Hunger Games: Mockingjay, entre otros.

De esta manera, mientras se encontraban rodando el tercer acto de Back to the Future II cayeron en cuenta del reto que significaba recrear desde otro punto de vista algo que ya estaba hecho, donde hasta el más pequeño detalle contaba y podía afectar el pasado, presente y futuro, tanto de la historia como del producto audiovisual. Era como hacer un remake de la original pero con los mismos actores cinco años más viejos, exceptuando a Crispin Glover, para el cual un modesto doble y material de archivo fue la solución.

Así llegamos al momento en el que un misterioso hombre de Western Union baja de su auto en una torrencial lluvia, y se dirige a un frustrado Marty McFly atrapado en 1955 tras la repentina desaparición del Doc, golpeado por un rayo mientras piloteaba el DeLorean y transportado a quién sabe qué época.

“¿Es su nombre Marty McFly? […] Estábamos pensando en la oficina que quizá usted podría aclararnos algo al respecto. Hemos tenido ese sobre en nuestro poder por… 70 años.

Se nos entregó con instrucciones explícitas de que se le entregara a un joven con su descripción, y que respondía al nombre de ‘Marty’, en este lugar exacto, en este minuto exacto, en Noviembre 12 de 1955. Hicimos una apuesta de que ‘Marty’ no estaría aquí, pero… creo que perdí, jajaja.

[…] 70 años, 2 meses y 12 días para ser exacto. Firme aquí, por favor… aquí tiene.”

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Uno trata de pensar en una forma más perfecta de anticipar el cierre de la trilogía, y no la encuentra. Zemeckis y Gale lograron estar a la altura de la historia original, volviendo a contar los hechos familiares y navegando en líneas temporales paralelas, conectando a su vez el hilo conductor principal sin dejar cabos sueltos. En el género de los viajes en el tiempo, eso es todo un logro.

“-No, no, no puede ser… ¡Te acabo de enviar de regreso al futuro!

-Sí, lo sé, y fui de vuelta al futuro, pero volví; volví del futuro.”

*Suena la apoteósica banda sonora de Alan Silvestri.

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