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Dioses de Egipto – La reseña

Aquí está nuestra critica a la cinta más reciente de Alex Proyas.

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Dioses de Egipto (Gods of Egypt) es un proyecto muy ambicioso de Lionsgate con un presupuesto muy amplio ($140 millones de dólares estadounidenses), actores de primera línea y, como no, un notorio protagonismo del equipo de efectos especiales. El comandante de este barco es Alex Proyas, conocido por dirigir Señales del futuro (2009), Yo robot (2004), El Cuervo (1994) y otras 15 películas durante sus 36 años de trayectoria como director. Detrás del guion están Matt Sazama y Burk Sharpless, dos escritores que han venido trabajando juntos en proyectos como Drácula – La leyenda jamás contada (2014) y El último cazador de brujas (2015). De hecho, no tienen más proyectos (esto explica muchas cosas que leerán más adelante).

En esta reseña revelaré algunos detalles de la película. Pero por favor, no se asusten ni salgan huyendo por los spoilers, la verdad no hay gran cosa de qué perderse. Dioses de Egipto es de esas extrañas producciones que son tan malas que resultan entretenidas y es recomendable para aquel fanático del cine que ha visto varias películas de aventura o ciencia ficción y desea reírse, no por lo divertida sino por lo mal lograda. De verdad, es posible que pasen un buen rato con esta película. En la medida de lo posible haré paralelos con otras cintas, se sorprenderán de la variedad que encontraremos.

La historia que narra Dioses de Egipto supuestamente está basada en la mitología egipcia pero notoriamente modificada: los dioses y humanos viven juntos y en paz en las orillas del río Nilo, y por supuesto, los dioses son los gobernantes. Todo inicia con la coronación del dios Horus (Nikolaj Coster-Waldau) como nuevo rey de Egipto. Su padre, Osiris (Bryan Brown) es el Rey imperante y se ha preparado una gran celebración para tal evento. Todo es risas y alegría hasta que Seth (Gerard Butler), hermano de Osiris y dios del desierto, llega a felicitar a su pendenciero sobrino. Pero en realidad su plan es matar a su hermano para quedarse con el trono, cosa que efectivamente hace; Horus enfrenta a su tío y el joven pierde la pelea. ¿Por qué Seth no lo mata? Hathor (Elodie Yung), diosa del amor y compañera de Horus, sale a la defensa de su amado y se ofrece así misma como un intercambio. Pues bien, Horus es cegado y desterrado, y sus ojos quedan en poder de Seth como su primer trofeo de guerra.

Los dioses son seres sobrenaturales que se pueden transformar en bestias, totalmente mortales aunque los llamen inmortales; son personas más grandes y los humanos se ven como hobbits. Entre los humanos está Bek (Brenton Thwaites), un joven ladrón que está perdidamente enamorado de Zaya (Courtney Eaton).

Durante el reinado de Seth todos los humanos son esclavizados; Zaya es llevada a la casa de Urshu (Rufus Sewell), un talentoso humano arquitecto, y Bek es sometido como constructor. Pero Bek quiere ser libre, robar algo de valor, y por eso va a escondidas a visitar a su amada mientras miran los planos de las obras que encarga Seth a Urshu. Usando este conocimiento, Bek logra robar uno de los ojos de Horus (al mejor estilo de Indiana Jones o Tomb Raider) y luego regresa a la casa de Urshu, donde son descubiertos y Zaya muere en la huida. Con el precioso tesoro en su poder, Bek se dirige al lugar de exilio de Horus a quien le propone un negocio: regresar a Zaya del mundo de los muertos a cambio del ojo que hace falta; Horus promete revivir a la chica, mientras que Bek promete robar el otro ojo para que Horus pueda recuperar sus poderes y derrotar a Seth. Lo cierto es que ninguno sabe si puede cumplir su parte del trato. Para poner mayor emoción a la cosa, el Guardián de la Muerte, el dios Anubis (Goran D. Kleut) emprende un largo camino para guiar el alma de Zaya al reino de los muertos y Horus sabe que no disponen de mucho tiempo antes de que la chica sea juzgada, pues una vez lo sea no habrá manera de regresar.

Dioses de Egipto (8)

Es importante resaltar el rol de Bek, un pequeño humano muy especial, inteligente y valiente (algo así como Remy en Ratatouille, aparentemente insignificante pero muy importante), que de alguna manera logró memorizar los planos de una gran obra que el arquitecto está construyendo. Es claro que este talentoso bribón es el héroe de la película, un papel protagónico que le representa a Brenton Thwaites un complicado debut como le pasó a Hayden Christensen con Star Wars Episodio II: apresurado y condenado al desastre.

De ahí en adelante la película se torna en una serie de acontecimientos donde los dos héroes protagonistas buscan ayuda de todo lo que pueda ser útil para cumplir con sus objetivos. Buscan ayuda del mismísimo Ra (Geoffrey Rush) quien vive en una nave espacial orbitando la Tierra (además de tener un trabajo aburridísimo); de Thoth (Chadwick Boseman), dios de la Sabiduría, a quien dibujan como alguien medianamente hilarante, metrosexual y que falla a la hora de ser divertido; y bueno, Hathor quien al final termina siendo pieza clave para resolver varios de los problemas. Causa curiosidad que una diosa tan importante como Isis (Rachael Blake) no es más que un adorno de unos cuantos minutos.

Mientras tanto, Seth actúa como un narcisista megalómano con déficit de atención y bajo coeficiente intelectual. Este villano, que despierta más que todo pesar, desea volverse más poderoso y para ello necesita mutilar (o matar) a varios dioses fusionando partes de sus cuerpos con el suyo propio, algo así (pero no igual) a Cell en Dragon Ball Z, o Alf con sus ocho estómagos. Una vez se ha convertido en un Megazord hecho de pedazos de dioses se dispone a someter a todo el mundo, pero justo en ese momento aparecen Horus y Bek. Aquí ocurre una de las batallas más entretenidas de la película, donde podemos ver a Seth y Horus en todo su esplendor transformándose en bestias, pero no bestias cualquiera sino unas que nos recuerdan Furia de Titanes mezclado con Los Caballeros del Zodiaco y un documental genérico de aves peleando por territorio. De hecho, el aspecto de Horus transformado en bestia es prácticamente la armadura de Sagitario, no me cabe duda.

Dioses de Egipto (5)

Dioses de Egipto tiene de todo y a la vez no tiene nada; como ven, es una película con acción, drama, aventura, incluso peleas que recuerdan a Star Wars, diálogos románticos que caen en lo cursi, y cómo no, hay bastante caldo de ojo para las señoritas y los caballeros (Courtney Eaton se ve hermosísima en todas las escenas, por ejemplo). Sin embargo, falla muy mal a la hora de hacer humor y las carcajadas vienen no precisamente con los chistes, sino cuando la historia se torna graciosamente incoherente, o por lo menos, cuando un espectador como yo encuentra analogías con otras películas. El filme tiene muy buena fotografía, y los efectos especiales son muy trabajados, pero en momentos las animaciones en 3D resultan muy extrañas y no se sienten bien.

¿Qué se puede decir de los personajes? Bueno, ninguno tiene un desarrollo profundo y todos caen en cualquier clase de clichés, con la ventaja de que resultan chistosos por lo mal hechos que están. La elección de actores para cada personaje inevitablemente hace que relacionemos a los artistas con sus trabajos previos. Por ejemplo, a Gerard Butler lo hacen ver como a Leónidas súper arrogante y pedante; Geoffrey Rush reaparece cuando todos lo daban por muerto, tal como pasó con el Capitán Barbossa (con la diferencia que en Dioses de Egipto es muy incoherente como regresa a la escena); y Nikolaj Coster-Waldau, bueno, él es un mutilado con cosas buenas y malas que debe lidiar con sus limitaciones. ¿Jaime Lannister? ¿Dónde?

Al final, Dioses de Egipto es totalmente predecible pues los todos los buenos ganan y el malo pierde; el bien triunfo porque sí y las cosas resultan bien porque todo mágicamente se da, sin contar con varias escenas muy ilógicas y alocadas que dejaré sin detallar para el goce de ustedes como espectadores. En serio, se reirán o querrán pedir su dinero de vuelta… ¡O ambas cosas!

Llena de efectos especiales, clichés, personajes de cartón y escenas hilarantemente incoherentes, Dioses de Egipto es una de esas películas que hace perder la fe en Hollywood, pero a la vez puede llegar a ser entretenida por lo mal hecha que es. Alex Proyas regresa a la dirección de un proyecto de altísimo presupuesto para manchar su hoja de vida y hacer reír a los espectadores con un filme que mezcla muchas cosas de otras cintas de una manera muy excéntrica, caricaturizando una gran historia de la mitología egipcia. No estoy diciendo que no deban ir a verla, al contrario, sugiero que vayan al cine para reírse un ratito y reflexionar sobre lo que es una mala película.

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